El fútbol suele tener caprichos que lo vuelven impredecible. A veces, un equipo se acostumbra a ganar con lo justo y parece haber olvidado cómo golear. Hasta que, de repente, la memoria se activa y la red se sacude con furia. Eso le pasó a San Martín en La Ciudadela: después de 736 días, el “Santo” volvió a marcar cuatro goles en un mismo partido. La última vez había sido el 9 de septiembre de 2023, cuando se impuso 4-0 sobre Gimnasia de Mendoza. Esta vez, la víctima fue Atlanta, que llegó con la ilusión de pelearle la cima a Deportivo Madryn, pero terminó desbordado por una ráfaga de fútbol y goles.
Aquel recuerdo de 2023 parecía lejano en la memoria de los hinchas. Esa noche mágica en la que Mateo Acosta se sacó la mufa, Leonel Bucca definió con categoría, Agustín Prokop se inspiró con un tiro libre a lo Lionel Messi (cómo fue comparado por los hinchas en aquella ocasión) y Leonel Pierce coronó la goleada, había sido el último gran festival ofensivo del equipo. Desde entonces, San Martín había sufrido para anotar y sus triunfos se habían apoyado más en la solidez defensiva, que en la contundencia de sus delanteros.
Desde entonces, los años posteriores, no fueron sencillos. Empates frustrantes, derrotas dolorosas y un margen de diferencia de gol que se reducía fecha tras fecha.
En un torneo tan parejo como la Primera Nacional, ese detalle se vuelve clave: el orden de los puestos del Reducido puede definirse justamente por la cantidad de goles a favor. Y San Martín, que en la primera rueda había sabido lucirse con pasajes de buen fútbol, parecía haber perdido esa virtud que lo hacía soñar en grande.
Pero la historia cambió contra Atlanta. En apenas 19 minutos, Juan Cuevas envió una pelota al área y Martín Pino la empujó con la ferocidad de los goleadores para abrir el marcador. Dos minutos después, Nicolás Castro desbordó y tiró un centro perfecto que encontró la cabeza de Franco García, quien voló para poner el 2-0. El “Bohemio” quiso reaccionar, pero se topó con una defensa firme y con las manos seguras de Darío Sand. El tercero llegó tras un córner mal despejado: Matías García, con serenidad, ajustició al arquero rival y desató la fiesta en las tribunas.
El broche de oro se escribió en el segundo tiempo, con una contra letal. Franco García se asoció con Cuevas y definió con frialdad para sellar el 4-0 definitivo.
Lo que marcó la diferencia no fue sólo la cantidad de goles, sino la forma en la que el equipo se impuso. Hubo intensidad en la presión, relevos precisos en la mitad de la cancha, un ataque profundo y una actitud colectiva que borró las dudas de semanas anteriores. Hasta los futbolistas más cuestionados encontraron aire fresco y confianza en una noche que pareció reescribir el libreto.
La goleada no sólo frenó a un rival directo en la lucha por la cima, sino que también devolvió a San Martín un capital invaluable: la diferencia de gol. Ese ítem, que se había erosionado con las caídas y los empates, puede ser determinante para definir la ubicación en el Reducido y, por lo tanto, el rival de la primera serie.
"El grupo ganó el partido", dijo Campodónico
En conferencia, Mariano Campodónico lo resumió con claridad. “El grupo ganó el partido. Ojalá que esto sea un paso importante en nuestro sprint final que va a ser durísimo”, afirmó el DT, consciente de que el verdadero desafío será sostener este nivel en las cinco fechas que restan.
El triunfo contra Atlanta no es sólo una victoria resonante: es un mensaje. San Martín recuperó la contundencia que parecía perdida y, con 736 días de espera, volvió a recordar lo que significa convertir cuatro veces en un mismo partido.